Poemario Kintsugi al corazón

kintsugi

Una vez me contaron que cuando los japoneses reconstruyen la cerámica rota,
rellenan cada grieta dañada con oro para hacerla aún más bonita
y valiosa de lo que era antes.
Eso se llama kintsugi. 
Ojalá después de rompernos le hiciéramos kintsugi al corazón.
No olvides nunca que las cicatrices son las grietas por donde entra la luz.
Y cada una de ellas cuenta una historia y eso forma parte de ti.
Y con paciencia, cariño y fuerza, todo se repondrá.
Todo volverá a ser como era, incluso más fuerte y bonito.

 

Siempre me gustó escribir pero mis miedos, que me han acompañado prácticamente toda mi vida, no me dejaban mostrar mis escritos al mundo exterior. Hasta que un día, “valiente” bajo mi anonimato, me decidí a subir algunos de estos escritos a una plataforma dedicada a la lectura, donde puedes leer textos de otros autores y subir los tuyos propios. Poco después, empecé a recibir comentarios positivos y los lectores no dejaban de crecer.

 Esto me ayudó muchísimo a empezar a creer en mí, a creer que, tal vez, escribir podía dejar de ser un sueño y empezar a ser una realidad. 

Primero empecé a publicar pequeños escritos en forma de micropoesía en mis redes sociales, mostrándome por fin al mundo real, sin anonimato y sin disfraces. Desnudándome por dentro en cada palabra. La acogida fue tan buena que me decidí a participar en algún concurso literario.

 En abril de 2021 me llamaron de Teguise para anunciarme que había ganado el primer premio en su concurso anual de cartas de amor. Fue entonces cuando empecé a entender que los sueños no se cumplen solos, no vienen a buscarte. Los sueños se persiguen y se trabajan. Había puesto un trozo de mi alma en escribir esa carta y había salido muy bien. Algunas personas de mi alrededor me animaban cada día a intentar publicar un libro. Me decían que no tenía nada que perder y yo en el fondo sabía que tenían razón.

Mis miedos cada vez se hacían más pequeños y los “y si…” “y si…” empezaban a convertirse en “¿y por qué no?”. Llevaba algún tiempo escribiendo poesía y por fin me animé a poner un poco de orden a todos esos versos. De repente me encontré redactando un correo junto a mi poemario y enviándolo a algunas editoriales. Estaba nerviosa. Sabía que no era fácil y creía que la mayoría ni siquiera me contestaría. No fue así, pues se interesaron mucho más de lo que jamás hubiera creído. Me había lanzado a la piscina y había vuelto a salir bien. La gran sorpresa llegó poco después cuando se pusieron en contacto conmigo desde “A de autor” porque estaban interesados en publicar mi poemario. Fue amor a primera vista, no necesité pensarlo mucho para saber que quería hacerlo con ellos. Y en pocos meses uno de mis sueños se hacía realidad, mi primer hijo de papel Kintsugi al corazón por fin veía la luz. 

He aprendido que casi todo lo que necesitamos se llama “ganas”. Que cuando hay ganas, los miedos se hacen más pequeños. Que cuando tenemos ganas de verdad, luchamos y trabajamos para conseguirlo. Y las excusas se quedan atrás y los sueños se empiezan a acercar.

 

 ¡Que nunca nos falten las ganas!

Deja una respuesta

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos y para mostrarte publicidad relacionada con sus preferencias en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos de navegación. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad